Friday, December 16, 2005

señoritas





Nos conocimos en un paseo a la playa. Antes nos habíamos mirado de lejos y yo no sé (no me acuerdo) por qué terminamos las cuatro en ese mismo paseo.
Pero esa vez, ya encontradas, conversamos mucho y nos emborrachamos mas. Fumamos marihuana a cualquier hora del día y nos contamos un par de películas malas mirando el mar. Me acuerdo de una tarde en que agarramos unos cosméticos y nos pintamos la cara como si fuésemos a salir a alguna fiesta (nunca existió la fiesta). Odiamos al resto, contamos cosas raras de nuestras vidas, uno que otro secreto. Volvimos a Santiago.
Nunca dejamos de juntarnos, de pelear, de burlarnos, de emborracharnos, de salir los viernes.
Los recuerdos de nosotras se me suceden como un flash en la cabeza, sin orden ni tiempo y casi sin lugar; a veces como sueños en que aparecemos sin fondo definido y yo no logro ver al resto.
Estamos las cuatro en un bar, en un parque, caminando tarde, tiradas en mi cama, en una fiesta llena de gente, en el cine, en los pastos, sentadas en el último rincón de la universidad, de noche y amaneciendo, en vicuña mackena con irarrázabal, arriba de una micro.
Lo hemos pasado bien pese a los enojos, los ataques de furia y las desapariciones ocurridas durante estos años. Yo las he extrañado cuando no las he tenido cerca, y en cierta medida (ellas bien lo saben) se han vuelto mi amor mas cotidiano y terreno.
Ayer de casualidad terminamos las cuatro solas en un bar. Volvimos a brindar, un año mas desde que nos conocimos. Todavía no llegamos a matarnos ni a renunciar. Supongo que nos queremos, que nos importamos y que no deja de alegrarnos estar juntas.
Somos medias enfermas de la cabeza, la locura se potencia entre nosotras, el amor, la locura, las ganas y todo lo demás.
Brindamos la última cerveza muertas de la risa. De nuevo estamos borrachas y aquí.

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