Friday, December 16, 2005

Last days of Disco



Escuché esa canción imparablemente todo el viaje. La cuatro. La dos y la cuatro, la cuatro dos veces, cinco veces, diez mil veces. La selva y la playa y los viajes eternos en bus y barco fueron esa canción.
Hubo veces que pensé que la felicidad en la vida era ir sintiendo el movimiento del barco sobre el río, las voces a lo lejos, la canción fuerte en la cabeza, Chile como un país demasiado distante de mí.
Todavía no me repongo de la vuelta. Ni siquiera quise revelar las miles de fotos que tomé, escuchar los discos que me acompañaron todo el rato, ni terminar de leer la novela que andaba trayendo.
De alguna forma sabía que saliendo de ahí no iba a retomar la sensación. La inercia de una felicidad que no significa nadie mas que uno y el entorno por conocer. Y lo peor, es que cuando me vine estaba segura de que no iba a volver. Y peor aún, cada vez que el tiempo pasó acá, fui teniendo mayor certeza de eso.
Hoy día escuché la canción. Mi vida acá no es triste, pero tengo una nostalgia de la putamadre…y el río debajo del barco se me clava en el corazón, igual como cuando recuerdo esos buenos amores que nunca van a ser de nuevo. Eso duele pensarlo, mucho y poco, algunas veces mas de lo que uno quisiera.
Es que partir es triste. Empezar, demasiado mejor.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home